martes, 16 de agosto de 2016

Mujeres que corren con los lobos


Una vez, en un museo de la ciencia de San Francisco, entré en una sala
llena de micrófonos y altavoces que simulaban el oído de un perro. Cuando
una palmera se agitaba al viento, sonaba como un terremoto; cuando unas
pisadas se acercaban desde lejos, era como si alguien estrujara contra mi
oído un millón de bolsas de palomitas de maíz. El mundo del perro está
lleno de constantes cataclismos acústicos, Unos cataclismos acústicos que
nosotros los seres humanos no percibimos en absoluto. Pero el perrito sí.
 Libro Mujeres que corren con los lobos