jueves, 5 de julio de 2012

Hotel California


                                              Para Candelaria Frías




No logro salir del laberinto, amo dar vueltas torpes por sus límites. Un vuelo astral me permite saber que tan lejos me encuentro del espejo, recurro a él en casos de ansiedad desatada y con poca frecuencia. Giro a la derecha, el cuarto oscuro, dos puertas, una falsa, pasillo estrecho, la biblioteca, la puerta en el suelo, pozo de los sueños y la sala de espejos, el infinito fingido de pies a cabeza. Donde quiera que ahora miro: El cine soy yo, que soy otra, yo casta, Yolanda, Yoko , lloro, yo-yo. Todxs mestizxs morenxs, puntuales, originales. Las autopistas, los aviones, las canciones, los rincones, todo me mira fijamente y me habla: ¿Ventriloquia?, ¿Alucinación?, ¿Animación asistida?.
El rompeolas a veces cede y en tanto mar me revuelco hasta quedar de pie otra vez ante el espejo, portal que me conduce al vuelo compartido de nubes. De lejos las galaxias y los otros versos.
Sácame de aquí le pido y no responde.
He leído que las pruebas son personalizadas, como el nombre de Dios, no se repiten. Tengo miedo a superarla, el ritmo de montaña rusa me habita. Conozco muchos mandarrias, mazos, martillos que amenazan con cargarse la construcción hasta la arena. No quiero ser como ellos. En ira, me basta con haber destrozado el prototipo y luego haberme agachado y alzado un mosaico de teselas que me sirve de pantalla donde me proyecto con originalidad.
Gita Gogoya, tres minutos más lenta, hace lo que le asignan: Despedirse del laberinto sin visitar a su amada.
En tránsito, un pescador la aborda: Tú que saldrás de este marasmo por favor lleva contigo esta red que me ha hecho tan afortunado, así de algún modo yo también respire. Gita Gogoya siente lástima y toma la red. Luego una anciana le pide por su cruz, cargada de favores recibidos y la arroja a la malla, después es una mujer hermosa quien pide y un niño quién pide y acarrea y acarrea hasta que en un giro da con un acantilado y desde allí ve como su amada y los visados vuelan directo hacia la libertad.
Julie Hermoso